Naturalmente, los poderes públicos tienen la responsabilidad principal en la solución de los problemas sociales. Principal, pero no exclusiva. Contribuir a mejorar la sociedad y atender a los demás, a nuestros conciudadanos, especialmente a los que más lo necesitan, es tarea de todos. Por ello, como recordé ya en un artículo anterior, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible proclamados por la Organización de las Naciones Unidas, hay uno, el 17, que se refiere a la generación de alianzas: la colaboración entre las instituciones públicas, las empresas y las entidades de la sociedad civil para avanzar en la construcción de una sociedad más inclusiva e igualitaria.
Concretamente, las empresas tienen un papel central en la sociedad. Resultan incomprensibles las críticas generalizadas a las empresas privadas, o a ciertos empresarios de éxito, que a veces se escuchan desde posiciones ideológicas extremas, pues -al margen de que la libertad de empresa es un derecho fundamental garantizado por la Constitución- sin las empresas privadas no sería posible el crecimiento y la creación de empleo. En este sentido, hablar de responsabilidad social no es otra cosa que hacer conscientes a las empresas de su misión y de su papel social. No se trata de que desarrollen una actividad distinta a la que les corresponde en el entramado social -ofrecer bienes y servicios al mercado a cambio de una contraprestación dineraria-, sino de que lo hagan conscientes de los objetivos sociales a que deben servir: promoviendo los derechos humanos y protegiendo el medio ambiente, impulsando la inserción laboral de personas con mayores dificultades de acceso al empleo o en riesgo de exclusión, reinvirtiendo una parte de sus beneficios sociales en la ayuda a colectivos vulnerables o en la cooperación con países más desfavorecidos.
En Elche contamos con empresas modélicas por su responsabilidad social. Pero queda mucho por hacer para extender esa nueva cultura a todas las empresas, y para fortalecer el papel de esos aliados fundamentales. Por ello, concluyo estos párrafos expresando mi felicitación a la Universidad Miguel Hernández de Elche y Polo Club por la puesta en marcha de esta nueva iniciativa, que estoy convencido de que contribuirá a sensibilizar a las empresas y a ofrecerles los instrumentos y la formación necesarias para emprender este camino.